lunes, 6 de febrero de 2012

La obra de Luis Roche Peña

En esta ocasión les compartimos una colaboración desde Barcelona, España. Se trata de la poesía del escritor Luis Roche Peña. A continuación una serie de poemas recogidos de la obra: Los reflejos de ti.

Los dorados versos
a ti siempre dedicados
en mil y mil formas, adorado caudal claro
de otros tantos miles de emociones inmoladas
a tu luz
y a tu cariño,
han buscado siempre llegar hasta tu alma,
cuya identidad ignoro,
pero que nítida la siento como mía,
sólo en estos lúcidos momentos
en que brotan los dorados versos de mi alma
como confesión de amor sin rostro,
pero de corazón próximo al mío,
de tu alma pura a la mía,
apasionada,
como centella de luz certera
a tu entraña dirigida.

Todos los amores tu amor entero,
todas las mujeres reflejo de tu rostro,
todos los nombres sólo un eco de tu ausencia.
Sin embargo, eres presencia cierta en mi corazón sentida,
bálsamo que curas mis heridas,
tu ausencia me llena más que mil placeres,
no obstante, deseados y buscados,
sabiendo que no son sino
los reflejos de Ti en el espejo de mis días.

                        69) 19.1.04

Un rincón de mi alma,
la que está en penumbra fresca,
allí donde mana la fuente rumorosa,
llora,
mientras los otros rincones ríen y festejan,
mientras celebran la vida y la amistad,
uno de mis rincones llora dulcemente,
llora todo el amor,
llora toda la dicha,
llora sin amargura al fin,
con tranquilas lágrimas de cielo y tierra,
de lodo viejo, de caminos,
de desdichas pasajeras,
de amigas y amigos que volvieron,
Y otras y otros que esperan.
Llora el ciclo interminable
al abarcar lo inacabable,
toda la luz, toda la espera.

              75) 23.1.04

Hay un algo verdadero
cuando dobla cuidadoso dos jerseys,
a solas en su cuarto (pensando en ella),
quien siempre los arrojó al fondo del armario.

Y suele dolerle la cabeza
cuando le invitan a una juerga.

Se rasura con limpieza
quien pasara por un náufrago
y, no sin remolonear,
algún día ordenará su cuarto (ya veremos).

¡Oh, si! Algún día que luzca el Sol
acometerá tan ardua empresa.

Se acurruca, mansamente,
en la casita el jaguar
y casi no recuerda sus rugidos
la espesura.

Porque hay encendido un fuego
en el hogar.

         (4.05.1987)

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